jueves, 28 de mayo de 2009

Lima, 12 de febrero del 2011 Llego de Madrid, después de una estadía larga de casi 8 años, todo parece haber cambiado mucho desde que me fui. Me fue a recoger mi pata Omar al aeropuerto, estuvimos juntos en el cole hasta que terminando quinto de secundaria me mudé con mi familia a Madrid. Nos fuimos por la Costa verde, que ahora está full de gente por todos lados, no parece Lima, es como si estuviese en otro lugar. Cuando éramos más chicos, siempre nos quejábamos de que no teníamos nada que hacer y sólo nos la pasábamos pegados a la tele, o jugando pichanga los domingos cuando no pasaban tantos carros en la calle. Para llegar a su casa, Omar se pasó la subida; es que estábamos acostumbrados a subir al barrio por Productores, ahora hay que llegar por la Pera-caballero nomas, hay que dar la vuelta-. Es alucinante la vista desde su depa, lo que antes era la espalda del cuartel militar, ahora es un gran parque lleno de actividades por doquier que no acaban hasta el infinito del mar. Antes de chicos para carnavales, no teníamos a quien aventarles globos por la ventana, porque por nuestra calle no pasaba ni un alma, ahora está preciso para hacer travesuras, aunque resultaría un poco aburrido, pues el parque es prácticamente agua por todos lados, chorros que salen desde el suelo con muchos niños jugando, piscinas que se funde con el horizonte, canales que marcan rutas que aún no se adonde me llevan, gente que se refresca los rostros, nadando y eso que aún no he bajado a ver la práctica de waterpolo del chato. Me han contado que el complejo de piscinas techadas es alucinante, que realmente nunca notas donde comienzan y donde terminan, es cómo si el complejo contuviera el parque dentro de él. Bueno, lo que si no ha cambiado del panorama, es que uno puede seguir recreándose con las chicas que pasan corriendo puntuales todos los días a las 9 am. Justo ahora que viene San Valentín en dos días, como en tribuna puedo elegir a quien interceptar mañana. Aunque, antes sólo había una oportunidad de paseo, ahí de hecho podía fingir que me las topaba por casualidad, ahora no creo que tomen una sólo ruta de jogging, es más, ya perdí de vista a la pelirroja alta que pasaba. Ya llega Omar con una chelas y ni hemos tomado desayuno, será motivo para bajar al parque e ir al mercadito, a visitar a la casera que prepara unos tamalitos para morirse. Lo sabía, han pasado ocho años y la casera tiene la misma sazón. Ahí en el puesto estaba seguro que me iba a encontrar con el gordo- fijo- porque no se pierde ningún desayuno de domingo en el Mercado. El gordo, ya no era gordo, me cuenta que hace un año toma clases de natación en las piscinas del parque, que lo tienen figurita, la nutricionista del complejo lo llama todos los domingos para advertirle que se debe alejar de la tentación del desayuno en el mercado, pero claro, es inevitable, esas costumbres no se pueden perder. El gordo vive en el edifico de al lado del de Omar, sale todas las noches después de la chamba a correr un rato y de ahí, después del calentamiento, se da una ducha al lado de la piscina y después, de frente al agua. Lo mostro es que las duchas están por todos lados, no tienes que estar esperando a que los de la clase se duchen, es más ahí veo que las duchas las utilizan para cosas alucinantes, hay unos chibolos jugando, otros hasta inflan sus globos, y por ahí también unos papis enjuagan a su bebita antes de irse a tomar micro, para que no esté de agua con cloro hasta llegar a casa. Antes el gordo no corría con nosotros porque se aburría de dar vueltas en circulo a un mismo lugar- bueno y quien no- pero ahora esta feliz, puede tomar atajos, pasar de un lado a otro, diferentes suelos, hasta por charcos de agua si quiere refrescarse, y por supuesto, no le faltan las flaquitas que lo acompañan en su paseo (por lo menos eso es lo que él dice). Después del desayuno lo acompañamos a cuadrar sus horarios con el entrenador. Al entrar al complejo, quedaba la duda de si realmente habíamos salido del parque, el hall encuadraba el mar y la parte de debajo de la costa verde, las piscinas parecen estar sobre el mar, me muero por bajar, pero aluciné que debía ser un latón y no me animé a decirles lo que quería hacer hasta que el mismo Omar se ofreció a mostrarme todo el rollo de abajo. Pensé que íbamos a tener que salir y latear rodeando el parque o algo así, pero no, desde el mismo hall, sin perder de vista nuestro objetivo, ya estábamos bajando hacia el mar, que cada vez estaba más cerca. Obviamente no aguanté más y busqué la piscina más profunda y más cerca al mar, cuando iba a darme el chapuzón, recordé dos cosas: una que no tenía ropa de baño, y dos que tenia mi celular y mi billetera en el bolsillo. No había roche en realidad, reconocí unos módulos que se repetían a lo largo de todo el parque, la gente entraba vestida y salía medio sin nada, sospeché que ahí podía conseguir una ropa de baño y dejar mis cosas. Después de haberme preparado para el bañito, no quedaba más que relajarme y disfrutar, el estar dentro de esta piscina, me alejaba de todo, ya no habían combis, no habían bocinas, no había basura… no estaba en la Lima que dejé en el 2003. Necesitaba la zambullida para regresar a la realidad, porque extrañaba mi Lima caótica y así descubrí que el agua de esa piscina era salada. Me pasé toda la tarde con los ojos rojos en la parrillada del loco -otro pata del barrio que sí se casó y se mudó, pero sólo a una cuadra de donde nosotros estábamos-. Mientras se hacia la carne, sus hijos estaban aburridísimos. El loco los mandó a jugar al parque - no digo que está loco, dejar a los niños sueltos en la plaza!! -, me fui a verlos un rato, llame a Marisol la mayor, para preguntarle que les gustaba hacer ahí, me cuenta que ahí ha conocido a un montón de gente de todos lados, no sólo de barrio; que en las lomas se juntan a contar historias de terror cuando ya se esta haciendo de noche y que las chicas bailan con High school musical 8 apenas de desocupan los enchufes de las zonas secas. Lo que más le gusta, es que ahora es recontra amiguera, ella no sabía flotar el muertito y Raquel (su amiga de San Miguel) le enseño en sólo dos días, dice que es una campeona en eso y que ya no tiene que estar en las positas bajas, que ahora puede meterse a las posas hondas. Dice que cuando esta enferma y no la dejan bañarse en las piscinas, se va a la zona de piletas y se moja con los chorros de agua para después alegar que fue de casualidad; que ella no sabía que ese chorro estaba encendido (Es que ahora los chibolos se las saben todas). Al final y me dice que si quiere vaya para la casa nomas, que ella cuida a su hermanito y que si pasa algo, sus abuelos estaban paseando hacia la orilla del muelle, que a ellos les hace bien el aire fresco, a veces se quedan leyendo en las bancas de abajo hasta tarde y que de ahí subían a la parrillada con ellos. Después de la parrillada, música y unas chelas más, me di cuenta que el parque al caer la noche se llenó de gente más contemporánea, que juega con fuego. Siempre me gustó eso, de hecho se ganan su sencillo porque son unos capos. Con su fuego iluminan el mar y hacen que los colores distintos de las flores que se desparraman hasta el muelle se noten mucho más. Lima, 15 de Julio del 2011 Ya es el día de regresar a Madrid, después de una larga estadía en Lima. Por lo único que me quiero ir es porque aquí está helando y España está en pleno verano. A pesar de la neblina, y el frío hay muchos chicos, que han tomado lo que en verano son las pozas bajas, como lugar para el skate, además, también claro, para un friolento cómo yo, están las piscinas temperadas del complejo. Ayer fue la exposición de Noche en Blanco y emplazaron frente al complejo una escultura con luces de neón de todos los colores, color, luz y neblina, son la combinación perfecta para sentir que se ingresaba a una nebulosa galáctica. Todo eso en la parte de arriba, porque abajo, dónde llegaba más gente por el estacionamiento, estaban los reflectores sobre la piscina de agua salada, que habían cubierto con un tabladillo para presentar a Daft Punk en concierto, los juegos de luces se proyectaban sobre la superficie del complejo y el acantilado que parecían uno sólo. Yo bajé por el hall del complejo que se abre al público, presta su circulación al exterior, participa en el circuito, es como un tubo conductor. Fue una noche mágica, nunca la voy a olvidar, mi grupo favorito, mi ciudad favorita, mi gente favorita, todo junto ahí en la Costa Verde, mientras cruzaban el cielo los parapentistas (que locos). Me voy, con ganas de regresar, a ver si ahora si encuentro a la pelirroja.

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