lunes, 25 de mayo de 2009
Llegó de nuevo el fin de semana, por fin se puede descansar hasta un poco más tarde y relajarse el resto del día juntos con los hijos. Dan las 9 de la mañana y Santiago y su esposa despiertan al escuchar los pasos de sus pequeños hijos Melisa y Pedro, de 6 y 9 años respectivamente, dirigiéndose a su cuarto. Las dos pulgas saltan sobre la cama y empiezan a juguetear con sus padres, esta es señal de que ellos ya están listos para empezar el día.
Terminado la hora del desayuno los niños buscan sus juguetes preferidos, los sacan a la sala, inspeccionan cual es el mejor rincón y empiezan a jugar. Pedro se ubicó frente a la tele, conectó su Play Station 3 (el regalito de navidad de sus padres) y se desconectó del mundo mientras su mente pensaba en como mataría al monstruo que aparecía en la pantalla. Por otro lado Melisa cogió sus bloques de madera y empezó a ¨construir¨ la casa para sus pequeñas muñecas, luego su imaginación empezó a volar e inventar una historia con ellas. Cada uno se divertía por su lado mientras Santiago, quien estaba sentado con ellos en la sala, los observaba de reojo al mismo tiempo que se entretenía leyendo el diario.
Daban ya las 11 de la mañana y los niños ya se habían aburrido de estar dentro del departamento así que les dicen a sus papas para bajar al malecón para seguir jugando. De igual forma, luego de la semana cargada de trabajo, lo último que necesitaban ambos adultos era estar encerrados en casa.
Al llegar al parque se encontraron con una gran cantidad de niños paseando en bicicleta o patinando, por ahí algunos con skates u otros simplemente paseando con sus padres. Mientras se descendía por las escaleras se observaba todo un ambiente de transito ya sea a velocidades moderadas para sentir la emoción de coger velocidad con las pendientes o totalmente lenta para así ir contemplando el mar desde el gran balcón del malecón.
Era hora de dirigirse a la zona de juego así que empezaron a bajar por el camino que lleva hacia la parte baja del acantilado. El camino era una especie de hilo que conectaba una secuencia de plazas lúdicas. En la primera de la mano izquierda, mientras Pedro la recorría se encontró con un tablero grande de ajedrez donde el rey era un poco más pequeño que él. No le faltaron ganas de empezar a mover las fichas a su regalado gusto. Santiago viendo el interés de su hijo se ubico al otro lado dispuesto a empezar una partida en la que iría enseñándole a su hijo las jugadas a realizarse. Así como este juego había otros de igual tamaño. La plaza era un gran tablero donde los juegos de mesa se llevaban a cabo.
Junto a esta zona de juegos tranquilos se encontraba una galería de exhibiciones temporales, en ese momento se exhibían los diferentes personajes de acción, tanto de la época de Santiago como de Pedro, donde grandes imágenes llamaban la atención de los visitantes y la explicación de la lógica física de los poderes de cada uno acrecentaban la curiosidad tanto de grandes como de chicos. Como esta exhibición también había exhibiciones de pinturas, esculturas y fotos. Junto a la galería se ubicaba un gran espacio de actividades lúdico artísticas. El ambiente era dividido por elementos coloridos y de diversos tamaños que jugaban a darle distinto carácter a las diversas zonas ya sean de pintura, arcilla, origami, globos o plastilina donde Melisa jugaba a crear algo que fuera a aparecer en la zona de exhibiciones, con el afán de hacer algo bonito le pide ayuda a su mama.
Hacia el lado derecho del camino se encontraba la biblioteca junto a la mediateca. Una terraza los recibía al espacio, aquí padres e hijos estaban recostados en el pasto leyendo cuentos. También había una sala llena de elementos donde los niños podían recrear historias según la imaginación de ellos o final que quisieran darle a los cuentos ya conocidos. En esta zona también había un pequeño anfiteatro donde eventualmente Santiago y sus hijos se sentaban a ver obras de teatro infantil o donde los pequeños mismos escenificaban sus cuentos.
Era hora de continuar bajando. Y otras plataformas recibían a la familia. En este segundo nivel, Melisa encontró los bloques con los que había estado jugando anteriormente en casa pero mucho más grandes. Ya no eran bloques para construir algo para su muñeca sino que podía construir algo para ella misma. Podía jalarlos, levantarlos o girarlos pero teniendo en cuenta la ayuda de su mama. Así esta última también participaría en la creación de la pequeña. La topografía en esta zona era tratada de tal forma que los niños podían trepar y jugar con los diversos desniveles. Así mismo elementos musicales artesanales darían el ambiente sonoro a esta zona de juego. Junto a este espacio se ubicaba también la ludoteca si el interés del niño iba por el uso de juguetes de la época.
Sin darse cuenta entretenidos entre juego y juego ya eran las 2 de la tarde y era hora del almuerzo. Como era de imaginarse ni Pedro ni Melisa pensaban abandonar su juego así que Santiago y su esposa decidieron no regresar a casa, por más que vivieran totalmente cerca, y prefirieron almorzar ahí. Casi llegando a la zona de playa se encontraba la zona de descanso y refrigerio donde un patio de comida ofrecía como buffet una diversidad de platos preferidos por los chicos.
Mientras almorzaban en una terraza amplia con vista total del mar los juegos de agua ubicados en la zona de playa llamaban demasiado la atención de Pedro y Melisa quien presurosos por bajar devoraron sus hamburguesas para continuar el camino y seguir jugando.
Llegada las 6 de la tarde el cansancio total abordaba a los pequeños quienes debieron de haber recorrido al menos un par de veces más las zonas de juego con sus padres. Es entonces que Santiago y su esposa cargados en brazos regresan con Pedo y Melisa a casa, esperando estos últimos repetir la experiencia el próximo fin.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario