lunes, 25 de mayo de 2009

Nixa es una universitaria de 23 años, quien esta cansado de las actividades rutinarias y del estrés de la ciudad. Era sábado y recibe la llamada de Favio, un turista a quien conoció en la calle de las pizas. Ambos deciden encontrarse en el Parque Kennedy y decidieron dar un paseo por los alrededores; sin embargo comienzan a percatarse que todo se resumía en un ciclo rutinario de visitar tiendas. Nixa le comenta que si había visitado la bajada Balta y Favio le dice ¿Qué es una bajada?, y ella le contesta bueno ahora si tendrás un paseo excepcional. Así ambos se dirigen hacia el final de la calle diagonal y Favio se percata que el congestionamiento del tráfico y de la bulla de la ciudad comienza a quedarse atrás. Favio se sorprende y dice que quien había realizado este acceso. Niza le comenta que hace muchísimos años atrás los antiguos pobladores de la zona irrigaron artificialmente por medio del río Huatica, el cual al precipitarse hacia el mar erosiono el barranco y produjo este acceso natural. Así comienzan a caminar sin horizonte por un sendero con una ladera vegetal y con una frondosa copas árboles que les proporciona sombra, en donde el auto pasa a un segundo plano debido al empedrado de la vía. De repente se les presenta un puente de madera, el cual les permite desviar el sendero hacia el lado opuesto. En el puente, al voltear la mirada, se dan cuenta que el mar se le presenta y lo descubren, lo cual le parece una maravilla a Favio. Ya en el otro sendero, ven a lo lejos, a través del arco del puente Villenas un edificio, a lo cual Favio comenta emocionadamente – yo quiero ir hacia alla- y Nixa le comenta que el camino continuaba que había que había muchas cosas mas por experimentar. Al llegar a la playa deciden dirigirse al espigon para embarcarse hacia el edificio. Así para llegar a el pasan primero por las olas y espuma blanca del mar, para llegar a una zona más tranquila en donde solo se percibe tranquilidad y naturaleza. Casi mil metros mar adentro logran alcanzar al edificio. Nixa le comenta que ella acude a ese edificio cada vez que siente la necesidad de despejarse de la rutina de la universidad y del estrés de la ciudad misma. Al ingresar los recibe el hall, el cual permite volver a ver el puente Villenas y recordar esas vivencias pero ahora desde el lado opuesto, desde el mar. Decidieron acceder al restaurante y comer en sus terrazas, bajo diferentes texturas de techos, en donde se puede tener una visual más cercana del mar y tener la oportunidad en un par de horas de ver el encuentro del sol con el mar, el sunset. Desde estas terrazas podían observar como la gente realizaba pesca deportiva en plataformas, a quienes a ambos les dio curiosidad y decidieron acercase un poco más para indagar. Ambos se acercaron a unos de los modulo y el señor encargado le comento que les podía alquilar los equipos y hasta incluso brindarle unas clases teóricas. Ambos aceptaron y disfrutaron de esta nueva experiencia. A una distancia prudente se encontraba un paradero, dirigido hacia el deportista de mar y de vientos, viajeros, etc quienes decidían tener una parada en el edificio para poder abastecerse, hospedarse o simplemente descansar. Así, Nixa le recomienda acceder al lounge deportivo. Una vez ahí encuentran una variedad de espacios con sombra o sin sombra para poder descansar, tomar un trago y charlar, ver como las personas se lanzan un zambullido hacia el mar, compartir en los juegos de mesa e interactuar con las demás personas. Comenzaba a atardece, Favio quedo maravillado de poder ver el perfil de la ciudad y voltear la mira da y solo ver el mar y el cielo. Ambos no querían retirarse, ya que querían seguir disfrutando de lo que aun no había visitado como tener la posibilidad de trasladarme hacia otros espigones o incluso hacia la isla San Lorenzo, de la variedad de espacio y del encuentro con el mar, tomar unos masajes , etc Por tales motivos, decidieron hospedarse un par de días para seguir disfrutando de todo esto.

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