lunes, 25 de mayo de 2009

Agua Dulce, un día de verano… Kiko es un joven padre de cuatro hijos, quién vive en Chorrillos con su familia. Esperando ansiosos la llegada de un día soleado y caluroso en el mes de Enero, ven que el sol sale por el este, luego de una nublada mañana. Deciden entonces pasar un día en la playa más popular de Lima: Agua Dulce. Se alistaron para salir y comenzaron a caminar por la Av. Huaylas hasta llegar al gran malecón de Chorrillos. Desde allí se ve la amplia playa de arena, llena de múltiples colores conformados por los visitantes playeros, las sombrillas, los toldos y las toallas colocadas en la arena. Kike observa a todos los bañistas, ansiosos por llegar a la playa, bajando por las rampas o <> modernizadas, incrustadas en el verde acantilado; atravesando los amplios espacio públicos con pisos de madera que reciben a la gente que baja de la ciudad. Observa la cantidad de vehículos que hacen fila para dejar a los bañistas, quienes quieren llegar a la playa para darse un refrescante chapuzón en el mar. Las piscinas de agua dulce se ven congestionadas de muchos bañistas que quieren disfrutar del agua pura que ofrecen los acantilados luego de un baño salado en el mar. Kiko, su esposa y sus hijos comienzan a descender por las <> en el acantilado que, mimetizadas con el acantilado, los lleven a cruzar encima de la autopista congestionada de autos, hasta llegar a la gran plataforma o espacio público que recibe a la gente. Los bañistas, muy acalorados, caminan por el amplio malecón con palmeras, a las heladerías, las tiendas de refrescos y a los alquileres de sombrillas para protegerse de los rayos del sol, queriendo contemplar el mar y las embarcaciones que salen de la nueva marina, desde un lugar fresco y cómodo. Luego, la familia decide ir a los vestuarios para ponerse los trajes de baño y llegar finalmente a la playa. El hijo de Kiko encuentra en el camino unos juegos para niños en la arena, mientras que su hija le pide alquilar una bicicleta para pasear por el malecón que la llevará a las canchas de volley-playa que se encuentran en otra zona de la playa. Luego de alquilar la bicicleta, Kiko camina por al malecón hacia la zona de la izquierda de la playa donde hay más espacio para instalarse. Se va con sus tres hijos más pequeños y pasa por una tienda de sándwiches donde compra algunas provisiones para llevar a la playa. Son como la 1pm y Samuel disfruta con su familia de un caluroso día de playa hasta las 4pm, cuando decide ir a almorzar a una cevichería nueva que les ofrece platos típicos de pescado fresco de la zona (por la cercanía al puerto). Como a las 5pm, el sol ya ha bajado y deciden volver a los vestuarios para abrigarse y para luego dar un paseo por el malecón. Kiko olvidó que su hija tenía una comida donde una amiga por lo que deciden ir a las tiendas para comprar algún traje adecuado para la comida. Finalizando el día, la familia emprende una caminata de retorno a su casa, pasando primero por el espacio público-mirador de la playa en donde observan un colorido atardecer. Agua Dulce, un día de invierno… Un sábado por la tarde, bajo un cielo gris de invierno, Kiko decide ir en búsqueda de un poco de aire fresco frente al mar con ganas de hacer un poco de deporte son sus amigos. Kiko emprende su caminata hacia la playa. Pasa por la Municipalidad de Chorrillos y sigue recorriendo la Av. Huaylas hasta llegar al malecón, camina hacia la <> de la zona sur ya que quedó en encontrarse con sus amigos en un café que se encuentra en esa zona de la playa. Mientras Kiko bajaba por las rampas de madera techadas con una celosía de madera, veía en la plataforma, cerca de la playa, una acumulación de personas formando un círculo. Kiko, curioso, se acercó a la gente preguntando que pasaba y resultó que había un grupo de música que estaba dando un pequeño concierto. Junto con la banda, se presentaron un grupo de malabaristas y magos que entretenían a la gente mientras paseaban entre las altas palmeras, las bancas y las pergolas de la plataforma. Kiko siguió su camino y descendió hacia el malecón por una tienda de deportes que encontró mientras paseaba. Dando vueltas por la gran tienda, que tenía una amplia vista hacia la zona deportiva de la playa, se encontró con Raúl, uno de los amigos con quién había planeado juntarse. Luego, salieron juntos de la tienda, mientras que Raúl le contaba a Kiko que justo acababa de dejar a su hijo mayor, Oscar de 14 años, con unos amigos en los circuitos de bicicleta. Kiko no conocía esa zona del complejo por lo que decidió desviar su ruta y conocer esa zona ya que su hijo le había hablado se este lugar. Luego, Kiko y Raúl se dieron cuenta de que estaban tarde para encontrarse con sus amigos. Comenzaron a caminar por el malecón rápidamente. Ya no irían al café ya que la hora de encontrarse había pasado. La tarde se hacía más gris y el clima comenzaba a enfriarse, se comenzaron a prender los postes de luz que iluminan el malecón. Mientras caminaban, observaban como las personas montaban bicicleta, patinaban y paseaban por el amplio malecón. Otros sentados en los restaurantes o tomando café; mientras que la mayoría de niños jugaban en los toboganes y pasamanos ubicados en la playa. También corrían y se resbalaban por las piscinas de agua dulce, que en invierno tienen un diferente uso. Estas pozas naturales, que durante el caluroso verano sirven para refrescar a los bañistas; durante el invierno se vacían hasta un tercio de su nivel y se vuelven pequeñas lagunitas con rampas alrededor por dónde los niños pueden jugar y correr. Kike y Raúl llegaron a la zona deportiva en dónde se encuentran las canchas de fútbol-playa, volley-playa, tenis-playa, frontón y las barras de gimnasia. Localizaron a Andrés y organizaron un partido de frontón entre los tres. Jugaron hasta las siete de la noche sin parar. Luego decidieron ir por algo de comer a un restaurante con una terraza que daba al malecón y a las piscinas; para luego recoger a Oscar, el hijo de Raúl, de los salones de pin-ball con sus otros amigos. Cansados luego de un largo día, se retiraron subiendo a la plataforma y luego por las rampas iluminadas de noche con una clara luz blanca. Desde las rampas, observaron la amplia vista de toda la playa. La plataforma y el malecón se veían llenos de personas caminando y disfrutando de la vista, de las actividades espontáneas culturales nocturnas que surgen en el espacio público, los restaurantes, cafés y bares de la zona.

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